Según el conocimiento popular, el avance de la edad viene, por norma, asociado con distintas patologías y enfermedades, haciendo muchas veces invisibles los síntomas y evitando que se pueda poner remedio a los mismos. Si bien es cierto que hay algunos aspectos (memoria, resistencia, capacidad de visión…) cuyo rendimiento decae con la edad, no tiene por qué llevar asociado también los síntomas de depresión que, a veces, se mezclan con la falsa concepción de cómo debe estar, ser o comportarse un adulto mayor (Sarró y cols., 2013).

La depresión puede afectar a cualquier persona independientemente de su edad y  viene dada generalmente por discrepancias en los valores del individuo o experiencias vitales percibidas como negativas, junto a una manera de afrontamiento ineficaz o poco adaptada (Smith y Hollinger, 2015). En el caso de los adultos mayores, algunas de esas situaciones pueden ser: viudez, muerte o pérdida de amistades y personas importantes de su entorno, necesidad no cubierta de ser escuchado o tenido en cuenta, pérdida de los roles sociales al pasar de trabajador activo a jubilado o, de ser completamente autónomo a necesitar de la ayuda de alguien, sentimientos de soledad y aislamiento social, temor a la muerte, antecedentes de depresión, etc.

Cabe resaltar también que la presencia de depresión afecta mayormente a mujeres viudas de nivel socioeconómico y cultural medio-bajo, acelerando el proceso de envejecimiento y disminuyendo la satisfacción y la calidad de vida (Portellano, Garre, Calvó y Conde, 2018).

Por estos motivos, teniendo en cuenta las situaciones a las que se enfrentan, cobra especial importancia permanecer atentos a nuestros adultos mayores, recordando sobretodo que son adultos con la necesidad de ser escuchados y respetados, capacitados para tomar decisiones sobre cómo quieren vivir su vida y las actividades que quieran o no realizar. Es recomendable potenciar su autonomía en la medida de lo posible, fomentar la realización de actividades y, ayudarles con comprensión y paciencia, así como establecer una comunicación efectiva con ellos. Además, como ayuda a esta tarea, existen también programas de acompañamiento voluntario que ayudan a paliar los sentimientos de soledad, que a menudo sienten.

¿Cómo detectar la depresión?

Según el DSM 5 (APA, 2013), la depresión se caracteriza generalmente por:

  • Estado de ánimo deprimido y/o llanto la mayor parte del día
  • Disminución del interés y del disfrute de las actividades
  • Cambios en el peso y apetito
  • Insomnio o, en algunas ocasiones somnolencia excesiva
  • Pérdida de energía y enlentecimiento a nivel físico y cognitivo
  • Sentimiento de inutilidad o culpa
  • Pensamientos relacionados con la muerte

 

¿Cómo prevenir la aparición del trastorno?

Hay distintos factores que, en general, ayudan a aumentar el nivel de satisfacción vital y calidad de vida, tales como:

  • Entorno social y relaciones afectivas de apoyo: fomentando la actividad social y encuentro con amigos y familiares que permitan la expresión abierta de aquello que les preocupe o entristezca.
  • Actividades de ocio y entretenimiento que realizar, tanto a nivel de espectador (ver obras de teatro, cine, conciertos, exposiciones…) como en primera persona (realizar actividades de baile, pintura, escritura, representación).
  • Actividad física (incrementándola, por ejemplo, dando paseos, rutas, encuentros…).
  • Actividad cognitiva (leer, resolver pequeños problemas, aprender alguna actividad nueva), autonomía y toma de decisiones.

Al igual que nosotros, los adultos mayores que nos acompañan día a día son plenamente capaces de hacer todas estas actividades. Sólo hace falta, a veces, un poco de comunicación, ayuda, apoyo y un pequeño empujón.

 

 

Referencias

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Washington, DC: Author.

Portellano-Ortiz, C., Garre-Olmo, J., Calvó-Perxas, L., & Conde-Sala, J. L. (2018). Depresión y variables asociadas en personas mayores de 50 años en España. Revista de Psiquiatría y Salud Mental11(4), 216-226.

Sarró-Maluquer, M., Ferrer-Feliu, A., Rando-Matos, Y., Formiga, F., Rojas-Farreras, S., & Grupo de Estudio Octabaix. (2013). Depresión en ancianos: prevalencia y factores asociados. SEMERGEN-Medicina de Familia39(7), 354-360.

Smith, J. L., & Hollinger-Smith, L. (2015). Savoring, resilience, and psychological well-being in older adults. Aging & Mental Health19(3), 192-200.

 

 

Joselin Miranda Gómez
Número colegiada: M-34684