UN EXTRAÑO EN UN MUNDO DE DESCONOCIDOS

El sol asoma por mi ventana otro día más. Ojalá supiera en qué día, mes y año nos encontramos. Resulta muy desconcertante y, a la vez irritante, esta desorientación en la que me encuentro todos los días. Tras el primer vistazo por mi ventana desde mi cama, me levanto despacio y con suma extrañeza estudio todo lo que se encuentra a mi alrededor: la cómoda de madera de roble en frente de mí, una pequeña mesita de noche a mi izquierda con un vaso lleno hasta la mitad de agua y un pastillero de nácar. En el lado derecho se encontraba un armario empotrado a juego con la cómoda. En una de las puertas del armario había un gran espejo en el que se reflejaba un rostro de una señora mayor. Era una sensación extraña ver tu propio rostro y no reconocerte en él. No me reconocía en el espejo desde hace algunos días, aunque en otros momentos me encuentro totalmente lúcida y esa sensación de despersonalización y desorientación desaparecen. Entonces, de repente, entró una mujer esbelta, de cabello oscuro como el azabache. Me llamó “mamá”, por lo que supuse que era mi hija. Me resultaba muy extraño no reconocer a mi propia hija ni recordar cuántos hijos tenía. ¿Eran 3 o quizás eran 4? Iba caminando por un mundo de desconocidos donde todos decían conocerme, ser mi familia y amigos. Trataba de poner mi mejor sonrisa y asentir con la cabeza, pero en mi interior trataba de recordar cuándo había sido la última vez que había visto a esa persona. Me sentía una extraña en un mundo de extraños.

La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia degenerativa que provoca problemas de memoria, alteraciones en el pensamiento y cambios en el comportamiento. El signo más notable de la enfermedad es la pérdida de memoria. No obstante, la pérdida de neuronas que se ha producido anteriormente ha provocado síntomas indetectables para los más allegados. Este proceso se debe a que las células del cerebro se van deteriorando hasta que, finalmente, mueren. Habitualmente, los síntomas de la enfermedad van agravándose con el paso del tiempo hasta llegar a interferir en el normal funcionamiento de la persona. Podemos hablar de que entre el 60% y 80% de las demencias son de tipo Alzheimer.

¿Cómo es el curso de la enfermedad?

El desarrollo de la enfermedad de tipo Alzheimer podemos dividirla en tres estadios:

Leve: esta etapa dura aproximadamente tres años y, en ella, se pueden observar fallos en la memoria reciente, cambios de comportamiento, desorientación, agresividad y una disminución de la concentración.

Moderado: al igual que en la primera fase, esta etapa tiene una duración aproximadamente de 3 años. A lo largo de este periodo empieza a ser más evidente la pérdida de memoria, aparecen los movimientos estereotipados, surge la dificultad para el reconocimiento de caras, aparece la dificultad para hablar, expresarse y darse a entender a los demás, y la persona comienza a tener momentos de confusión mental. A partir de esta fase, los afectados comienzan a necesitar ayuda de un cuidador en las actividades de la vida diaria.

Grave: en esta última fase los síntomas se agravan, aparte de no reconocer el rostro de sus familiares ni el suyo propio. Mas adelante, aparece la incontinencia urinaria y fecal. Al final, la persona termina siendo dependiente total.

¿Sé puede prevenir la enfermedad de Alzheimer? ¿Cómo?

La enfermedad de Alzheimer no es una demencia que se pueda prevenir. Sin embargo, si podemos retrasar o incluso frenar la aparición de los síntomas.
La evidencia científica nos propone los siguientes hábitos saludables:
– Actividad física diaria: gracias a la práctica regular del ejercicio físico se aumenta el flujo sanguíneo cerebral y se crean nuevas conexiones sinápticas, en especial en el hipocampo el cual resulta fundamental en la memoria y aprendizaje.
– Estimulación Cognitiva: al igual que ejercitamos los músculos del cuerpo, también debemos realizar cualquier actividad que active cognitivamente nuestro cerebro. Leer diariamente el periódico, hacer crucigramas, escuchar música o jugar al ajedrez son algunas actividades recomendables.
– Practicar relajación: resulta muy importante porque ayuda a reducir los niveles de cortisol en sangre, hormona que está directamente relacionada con la pérdida de neuronas.
– Fomentar la sociabilidad: mantener las relaciones sociales ayuda a la persona mayor a conservar sus capacidades y autonomía. Además, proporciona una sensación de seguridad y confianza en sí mismo que repercute en su bienestar y calidad de vida.
En actualidad, no existe un tratamiento que cure la enfermedad de Alzheimer. No obstante, es fundamental que cuando se detecten los primeros errores en la memoria reciente, en el lenguaje o desorientación se consulte con un especialista y poder así, mediante el diagnóstico precoz, ralentizar el proceso de la enfermedad.

LOS OLVIDADOS DE LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER

“Pedir ayuda no es de cobardes. Es un empujón que se necesita cuando tienes dudas para hacer algo”

– Anónimo

Recibir el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer es una circunstancia que cambia la vida de cualquier persona. Los pacientes pasan por incontables situaciones nuevas. No obstante, no solo los afectados de enfermedad de Alzheimer sufren todos los síntomas, sino que también los familiares se ven envueltos en el curso de la enfermedad al convertirse, en la mayoría de las ocasiones, en cuidadores no profesionales. Esta persona asume la mayor parte de responsabilidad y una gran carga tanto física como psicológica. En estas circunstancias puede aparecer agotamiento físico, emocional y mental debido a haber estado durante un largo periodo de tiempo al cuidado de una persona dependiente. Este conjunto de síntomas se le conoce como el “Síndrome del cuidador quemado”.

Algunos de los síntomas que pueden aparecer son los siguientes:

- Sensación de agotamiento psicológico: cuidar puede ser una actividad muy gratificante y positiva para la persona. Sin embargo, es habitual que aparezcan sentimientos de tensión, frustración, miedos, etc., que lleven consigo niveles altos de estrés, ansiedad o que deriven en sintomatología depresiva.
- Despersonalización: cuando esta actividad se prolonga en el tiempo es habitual que el trabajo se automatice y que se produzca cierta separación emocional entre el cuidador y el afectado.
- Autopercepción negativa: inevitablemente una persona enferma de Alzheimer se va deteriorando progresivamente y las necesidades que demanda van a ser cada vez mayores. Esto puede provocar en el cuidador una sensación de desbordamiento e ineficacia que le lleva a autopercibirse de forma negativa.
 -Disminución de la autoestima: en concordancia con el punto anterior, la autoestima del cuidador, inevitablemente, se puede ver afectada negativamente.
- Disminución de las relaciones sociales: paradójicamente, a la vez que la persona diagnosticada de Alzheimer va perdiendo su autonomía, el cuidador también ve cómo se va disipando su independencia. En algunos casos, incluso, van desapareciendo el ocio, aficiones, amistades, y en algunas ocasiones, su proyecto vital se paraliza.

Por ello, debemos remarcar la importancia de que el cuidador cuide de sí mismo. Algunas recomendaciones que se deben tener en cuenta son las siguientes:

  • Salud física: es fundamental que la persona duerma las horas suficientes, realice ejercicio físico y practique relajación o meditación.
  • Emociones: Poder identificar las propias emociones y reconocer la necesidad de ayuda, favorecerá la salud psicológica del cuidador.
  • relaciones sociales: las amistades son una fuente de reducción del estrés, disminuye la sintomatología depresiva y, además, favorece la resolución de problemas.
  • Conocer la enfermedad: conocer sobre el curso de la enfermedad ayuda a estar preparado para los diferentes retos que puedan venir. Y no olvides que ninguna pregunta es estúpida.

Sentir que necesitamos ayuda en un momento dado no es síntoma de debilidad. Todo lo contrario. Cuando pedimos ayuda a otra persona estamos asumiendo nuestras propias limitaciones y reconociendo el valor de la otra persona que nos ayuda.

Por ello, no debemos tener miedo de consultar a un profesional si sentimos que todo nos desborda y comienzan a aparecer todos estos síntomas que hemos descrito en el presente artículo.
Déjate cuidar.

“Cuando te ocupas en cuidar a los demás, el universo se ocupa en cuidar de ti”
-Karen Berg

 

Alba Mª García Rasero

Neuropsicóloga

Col. Nº M-32464