Las situaciones críticas pueden ser definidas como aquellas que constituyen una amenaza grave para la persona o comunidad o en las que se ha perdido algo que es básico para poder vivir tal y como una persona tiene previsto. Asimismo, pueden corresponderse con situaciones en las que se ha hecho algo que ha transgredido límites y que ahora son vividos como dañinos e irreversibles, cuestionando a la persona y colocándola, la mayoría de las veces, frente a su propia identidad (Sales, 2006).

Siguiendo la línea de McCann y Perlman (1990), desde un punto de vista psicológico, un evento es traumático si constituye una amenaza o ataque que:

  • Ocurre de manera inesperada o fuera de toda norma (esto incluye abusos continuados).
  • Excede la capacidad percibida por el individuo para manejar la amenaza o el ataque.
  • Perturba los marcos de referencia de la persona y otros esquemas básicos que le sirven para entender y manejarse en el mundo.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la crisis es definida como una situación generada por un evento vital externo que sobrepasa toda capacidad emocional de respuesta del ser humano. Es decir, sus mecanismos de afrontamiento le resultan insuficientes y se produce un desequilibrio y una inadaptación psicológica. Las crisis pueden o no necesitar de una intervención profesional, puesto que ocasionalmente pueden ser manejadas mediante el apoyo familiar y social.

Ante una muerte inesperada, situación crítica o traumática (como puede ser un suicidio, un infarto o un accidente de tráfico), las víctimas pueden necesitar primeros auxilios psicológicos. Estos constituyen un conjunto de actuaciones inmediatas encaminadas a paliar el sufrimiento psicológico de las personas afectadas en esta situación, mediante la potenciación y el empleo de sus propios recursos.

¿Qué papel desempeña el psicólogo de emergencias?

Las actuaciones principales del psicólogo de emergencias son el apoyo, la escucha y la orientación. Cuando el equipo de emergencias llega al lugar de intervención, lo primero que debe hacer es dimensionar el problema, localizando el número de víctimas con las que trabajar. Esto ocurre porque no siempre son sólo familiares, sino que la ayuda puede ser necesitada por amigos, vecinos o transeúntes que pasaban en ese momento por el lugar de los hechos.

El trabajo del psicólogo de emergencias es “in situ”, inmediato para las personas allegadas o presentes tanto por las primeras manifestaciones de necesidad, como prevención de posible apoyo. Se realiza lo más cerca posible del contexto utilizando técnicas de comunicación breves y sencillas.

En estas situaciones el apoyo psicológico se focaliza en atender necesidades y en no perjudicar. Hay que tener claro que la ayuda llegará hasta donde se pueda y permitan las personas atendidas. Es necesario no perder de vista que el psicólogo se encuentra ante una situación traumática en la que las víctimas han sufrido un impacto, un bloqueo emocional, y en la mayoría de los casos pueden encontrarse en un estado de desorientación, reaccionando de manera inesperada (por ejemplo, con ideas autolíticas).

Al intervenir con la persona, se intenta aliviar el sufrimiento psicológico, facilitar la pronta reorganización de la actividad, prevenir el agravamiento de síntomas y normalizar sus reacciones para adaptarlas a la situación anormal a la que se está enfrentando.

¿Cómo se lleva a cabo este trabajo?

Por medio de la empatía, la escucha activa, mediante técnicas de comunicación (verbal y no verbal). Es crucial escuchar a la persona afectada, permitirle que se desahogue y, sobre todo, respetar los silencios, puesto que ese momento es fundamental para que la persona hable, manifieste sus sentimientos, emociones y sensaciones. En definitiva, para que realice una buena ventilación emocional.

La actuación el psicólogo de emergencias puede requerir la comunicación de malas noticias, puesto que, ocasionalmente, los cuerpos de seguridad necesitan un acompañamiento para comunicar lo ocurrido a los familiares de la persona fallecida (dado el caso).

La intervención de la situación de emergencias finaliza dejando información escrita que pueden necesitar más adelante familiares o amigos, así como tomando el número de teléfono de contacto para realizar un seguimiento posterior, con el objetivo de valorar una nueva intervención o derivación a un especialista.

 

Referencias

  • Pérez Sales, P (2006) Trauma, Culpa y Duelo. Hacia una psicoterapia integradora. Bilbao DDB.

 

 

Ana María García Casero
Psicóloga colegiada M-32164