“Una vez que alguien ha decidido acabar con su vida, hay un límite de cuánto puede hacer otra persona para detener el acto. […] De hecho, la gente a veces encuentra una manera de quitarse la vida incluso estando hospitalizados en unidades psiquiátricas cerradas bajo cuidadosa supervisión. Teniendo en cuenta este hecho, intenta ser realista en lo que respecta a qué tan predecible era el suicidio y cuánto podrías haber hecho para intervenir” (Baugher y Jordan, 2002)

Mundialmente, el suicidio es una de las cinco causas de mortalidad en la franja de edad entre 15 a 19 años. En España, de acuerdo con los últimos datos del INE sobre defunciones por causa de muerte, el suicidio se mantiene como la principal causa de muerte y constituye el principal motivo de defunción entre las personas de 15 a 39 años.

ESTADISTICA ADOLESCENTE AÑO 2016 (Instituto Nacional de Estadística I.N.E)

Edad                De 10 a 14      De 15 a 19       De 20 a 24

 

TOTAL:               12               58                   88

 

Varones:             8                37                  68

 

Mujeres:            4                21                   20

 

Un total de 70 niños entre 10 y 19 años

 

Explicar los motivos de esta elevada prevalencia no es fácil. No hay una única causa, no es algo que ocurra en el vacío, tiene lugar en un contexto específico y en unas circunstancias determinadas de la vida en las que la desesperanza y el sufrimiento cobran especial relevancia. Los modelos teóricos sobre el suicidio para la población general señalan que se trata de un fenómeno complejo y multifactorial en el que están implicados diferentes factores de riesgo.

El caso de los adolescentes y los jóvenes es particularmente preocupante, a pesar de haber sido identificado como un grupo de riesgo que requiere atención específica, sus tasas de suicidio no dejan de crecer. De acuerdo con los resultados de un ensayo clínico que se llevó a cabo en Europa con más de once mil adolescentes, las conductas que correlacionan más con riesgo de suicidio serían: una escasa actividad física, dormir poco, consumir alcohol y drogas, uso patológico de internet, preocupación por la orientación sexual, ser víctima de acoso escolar, ser inmigrante y la presencia de psicopatología como depresión, ansiedad subclínica, experiencias psicóticas y conductas autolesivas.

Diversos informes establecieron que casi las tres cuartas partes de aquellos que eventualmente se quitan la vida, muestran uno o más síntomas de depresión y pueden sufrir de una enfermedad depresiva importante.  Los estudiantes de colegio que sufren de depresión a menudo presentan síntomas físicos cuando consultan al médico. A menudo se quejan de que tienen dolor de cabeza, dolor de estómago y dolores punzantes en las piernas o en el pecho. Las jóvenes con tendencia depresivas tienden a ensimismarse, volverse silenciosas, pesimistas e inactivas.  Los jóvenes deprimidos a su vez tienden a comportamientos destructivos, agresivos y exigen gran atención por parte de sus padres y maestros.  La agresividad puede conducir a la soledad que es en sí misma un factor de riesgo para el comportamiento suicida.

Los adolescentes pueden matarse sin estar deprimidos y pueden estar deprimidos sin matarse.

En un Centro Educativo, el reconocer que un joven está en situación de aflicción y que necesita ayuda no constituye un gran problema.  Es mucho más difícil saber cómo reaccionar y responder a los niños y jóvenes suicidas. Algunas personas del equipo escolar han aprendido a tratar a los jóvenes suicidas en situación de aflicción, con sensibilidad y respeto, mientras que otros no.  Las habilidades de este último grupo tienen que mejorar.  Es importante en el contacto con un joven suicida, lograr un balance entre proximidad y distancia y entre empatía y respeto. El reconocimiento y manejo de las crisis suicidas en los estudiantes pueden dar lugar a conflictos entre los docentes y el resto del personal escolar, dado que carecen de las habilidades específicas requeridas, tienen poco tiempo o tienen miedo de enfrentar sus propios problemas psicológicos. En los programas curriculares de cada centro se deberían incluir proyectos de prevención de suicidio, de manejo de emociones, inteligencia emocional, se deberían hacer programas educativos para el equipo docente y formación en prevención de conductas suicidas

Por parte del equipo docente se debería fortalecer la autoestima del alumnado, puesto que protege a los niños y adolescentes frente a la aflicción mental y el pesimismo, y los habilita para manejar adecuadamente situaciones de vida dificultosas y estresantes. Para desarrollar la autoestima positiva en los niños y jóvenes pueden usarse una variedad de técnicas.  Se recomiendan algunos enfoques:

  • Acentuar las experiencias positivas de la vida que ayudarán a forjar una identidad positiva en los jóvenes. Las experiencias positivas pasadas aumentan las posibilidades de que los jóvenes tengan en el futuro mayor confianza en sí mismos.
  • No debe presionarse constantemente a los jóvenes para hacer más y mejor.
  • No es suficiente que los adultos manifiesten que quieren a los jóvenes, éstos tienen que sentirse queridos. Existe una gran diferencia entre ser querido y sentirse querido.
  • No sólo los niños tienen que ser aceptados sino apreciados tal como son. Tienen que sentirse especiales sólo por el hecho de existir. Mientras que la compasión impide la autoestima, la empatía la alienta debido a que el juicio es dejado de lado. La autonomía y el dominio son las bases sobre las cuales se puede desarrollar una autoestima positiva en la niñez temprana. El logro de la autoestima por los niños y jóvenes depende del desarrollo de sus habilidades físicas, sociales y vocacionales.

No me gustaría terminar este artículo sin hablar de los mitos sobre la persona con ideación suicida:

1.- Preguntar a una persona si está pensando en suicidarse, puede incitarle a hacerlo.

La evidencia dice que está demostrado que preguntar y hablar con la persona sobre la presencia de pensamientos suicidas disminuye el riesgo de cometer el acto ya que permite aliviar tensión y le indica que nos preocupa.

2.- La persona que se quiere suicidar no lo dice.

La evidencia dice que un número significativo de personas con ideación suicida expresan claramente sus propósitos de acabar con su vida y otros dejan entrever sus intenciones.

3.- La persona que expresa su deseo de acabar con su vida nunca lo hará.

La evidencia dice que con frecuencia la mayor parte de personas que quieren acabar con su vida previamente expresaron su intención con palabras, con amenazas, con gestos.

4.- Solo las personas con problemas graves se suicidan, por tanto, los niños/adolescentes no se suicidan.

La evidencia dice que el suicidio es multicausal: muchos problemas pequeños que para los adultos puede parecer algo trivial, para un niño puede ser algo catastrófico y un adolescente puede vivirlo como algo altamente dañino y, unido a cierto rasgo de impulsividad, puede llevar a un acto suicida.

 

Los mitos son concepciones erróneas sin base científica basados en creencias y juicios de valor equivocados, LOS MITOS NO AYUDAN EN NADA a la persona y entorpecen la prevención del suicidio, por tanto, deben ser eliminados.

 

El suicidio es una “solución” definitiva para un problema transitorio, una persona con ideación suicida no quiere morir, lo que no sabe es cómo vivir…

 

 

 

Referencias bibliográficas:

– Organización Mundial de la Salud (2001). Prevención del suicidio: un instrumento para docentes y demás personal institucional.

-Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS)

– Baugher, B. y Jordan, J. (2002). After Suicide Loss: Coping with your Grief

 

 

 

Ana María García Casero

Psicóloga

Colegiada Nº: M-32164