Resumen

El miedo es una de las emociones que pueden surgir con mayor frecuencia en una situación como la que estamos viviendo en la actualidad. Esta sensación puede canalizarse hacia diferentes áreas, como miedo al futuro laboral o miedo al contagio, entre otros.

Esta emoción aparece cuando percibimos una situacion difícil, y nos ayuda a prepararnos para actuar y aumentar nuestros recursos, por lo que, aunque se sienta como una emoción que no suele gustar, es muy positiva. Sin embargo, en ocasiones el miedo surge ante aspectos que no son reales, pudiendo vivirse con mucha intensidad y privándonos de mantener un día a día lo más normalizado posible.

En este artículo te ofrecemos una explicación del miedo, concretamente, del miedo al contagio que puede surgir ante esta crisis sanitaria. Además de explicarte porqué sucede, también te aclaramos cuándo puede convertirse en un problema y te ofrecemos ciertos recursos o soluciones para que pongas en práctica y puedas manejarlo.

 

Índice

  1. Definición de miedo

1.1. ¿Qué función tiene el miedo y cómo se siente?

1.2. ¿Por qué si la situación es la misma cada uno la vive de una forma distinta?

1.3. ¿Cuándo el miedo se convierte en un problema?

 

  1. El miedo al contagio

2.1. “¿Qué es lo que me pasa?”

2.2. “¿Estoy sufriendo el síndrome de la cabaña?”

2.3. ¿Puede el miedo afectarnos de forma psicológica a largo plazo?

 

  1. Pautas para el manejo del miedo con nosotros mismos y con seres queridos

3.1. “¿Qué debería hacer para que no me afectase tanto?”

3.2. Soy población de riesgo.

3.3. Veo que un ser querido no quiere salir de casa por miedo al contagio, ¿qué puedo hacer yo?

 

  1. En conclusión

 

 

  1. Definición de miedo

El miedo es una emoción que surge en situaciones en las cuales percibimos peligro y creemos que podemos sufrir un daño. Para reducir el impacto de este daño, o evitar el peligro, nuestro cuerpo se activa, aumentando así nuestros recursos.

Dadas las características de la situación que estamos viviendo, el miedo nos sirve para actuar tomando medidas de precaución. Por ejemplo, el hecho de sentir miedo, nos lleva a realizar conductas que realmente nos protegen, como puede ser el hecho de lavarse las manos o de usar mascarilla.

 

1.1. ¿Qué función tiene el miedo y cómo se siente?

La función del miedo consiste en protegernos y darnos las herramientas necesarias para superar una situación que consideramos difícil. En general, el miedo es una emoción adaptativa, ya que nos lleva a actuar de la forma más correcta a la situación. Sin embargo, en otros casos, este miedo puede ser desmedido y llevarnos a lo contrario: al bloqueo.

El miedo se manifiesta en tres niveles: cognitivo -el referido a nuestros pensamientos-, fisiológico -las sensaciones de nuestro cuerpo- y motor –los comportamientos que tenemos. En el nivel cognitivo, el miedo se presenta en forma de preocupación constante, sobre lo que puede ocurrir. En el plano fisiológico, lo sentimos como nerviosismo, con un aumento del ritmo cardiaco, o sudoración. Por último, en el nivel motor puede llevarnos a evitar situaciones de peligro o a hablar mucho del problema.

 

1.2. ¿Por qué si la situación es la misma cada uno la vive de una forma distinta?

Pese a que la situación sea la misma, cada uno la vive de distinto modo. Esto es debido a la percepción de riesgo, la cual puede ser alta o baja. Con una percepción de riesgo baja del problema, probablemente no tomemos las medidas necesarias, mientras que con una percepción de riesgo muy alta es posible que tomemos medidas incluso innecesarias.

Esta percepción varía en función de aspectos como la personalidad, las experiencias previas o a cómo la situación les ha afectado. Es decir, esta situación no la vivirá igual de peligrosa una persona joven sin patología previa que una persona de un grupo de riesgo.

 

1.3. ¿Cuándo el miedo se convierte en un problema?

Pese a que el miedo sea generalmente positivo, en algunas personas se vive de un modo muy intenso y ante estímulos que no son reales. En estos casos el miedo pierde su utilidad, convirtiéndose en un miedo desmedido respecto al peligro real. La diferencia entre el miedo adaptativo y el que no lo es radica principalmente en la intensidad con la que se vive, el malestar que produce, la realidad del estímulo temido y las medidas empleadas para protegerse.

En el caso de un miedo desproporcionado, este se vive con mayor intensidad, malestar, ante estímulos que no son reales y tomando medidas que son excesivas. La persona que vive así, termina por guiar su vida en función de intentar controlar la situación, de modo que puede suponer un deterioro en las diferentes áreas de la vida, tales como la laboral, familiar, ocio o personal.

 

  1. El miedo al contagio.

Ahora que poco a poco se retoma la actividad normal, es frecuente tener ese miedo que nos permite adaptarnos a la nueva situación tomando las medidas necesarias y recomendadas. Sin embargo, muchas personas pueden preferir quedarse en casa por el hecho de sentirse más seguros. Frases como “no tengo necesidad en salir de casa”, “aquí estoy bien” o “no hay prisa” parece que resuenan en los tiempos que corren.

Ante esto, cabe preguntarse “¿Realmente seguir en casa es lo que quiero o es el miedo el que me lleva a actuar así?”. Posiblemente, al quedarnos en casa estemos evitando las dificultades de la situación, y enfrentarse a ese pánico puede ayudarnos a poder abordarlo. La idea es intentar retomar la normalidad poco a poco, tomando las medidas necesarias recomendadas, pero no conformándonos quedándonos en casa por el miedo al contagio.

 

2.1. “¿Qué es lo que me pasa?”

Como hemos visto, el miedo puede darse a nivel cognitivo, fisiológico y motor. Teniendo esto en cuenta y aplicándolo a la situación, quizá ahora mismo estés sintiendo:

  • A nivel cognitivo:
  • Un aumento en las preocupaciones sobre el contagio o sobre el futuro.
  • Preocupación sobre las posibles consecuencias de un hipotético contagio.
  • La dificultad para pensar en otra coa, ya que tu atención se dirige principalmente a la enfermedad o a cómo evitar el contagio.
  • La necesidad de comprobar que estás bien de salud, tomándote la temperatura o alarmándote por aspectos que pueden ser normales.

  • A nivel fisiológico:

  • Un aumento del ritmo cardiaco.
  • Disminución o aumento del apetito.
  • Problemas en el sueño.
  • A nivel motor:
  • Buscas información constantemente sobre la última hora.
  • Tienes dificultades en el día a día por falta de atención o por miedo. Por ejemplo, dificultades a la hora de hacer la compra por miedo a ir al supermercado.
  • Intentas controlar que tu familia no salga de casa para evitar el contagio, o adviertes del peligro que esto puede suponer.

 

2.2. ¿Estoy sufriendo el Síndrome de la Cabaña?

Ahora mismo está en boga el denominado síndrome de la cabaña. A grandes rasgos, este hace alusión a las emociones que podemos experimentar debido al confinamiento, y a la preferencia por quedarse en casa acostumbrándose a la situación.

Si bien es cierto que el miedo puede llevarnos a actuar de este modo, el síndrome de la cabaña no constituye como tal una patología, sino un conjunto de sensaciones acordes a las circunstancias. Te dejamos un enlace acerca de un ejemplo de una mujer con dificultades para salir de casa por miedo al contagio y las recomendaciones del psicólogo Manuel Oliva:

https://www.cope.es/programas/fin-de-semana/noticias/lourdes-sufre-sindrome-cabana-con-miedo-salir-casa-obsesionada-con-limpieza-20200516_720900

 

2.3. ¿Puede el miedo afectarnos de forma psicológica a largo plazo?

No, no tiene por qué haber repercusiones a largo plazo ante una respuesta de miedo adaptativa. Sin embargo, en los casos en los que el miedo se vive de forma más intensa este puede afectarnos en otras áreas, como en relaciones con los demás, el sueño, el apetito…

Asimismo, si nos acostumbramos a vivir con ese miedo podemos caer en realizar comprobaciones acerca de nuestro estado de salud a lo largo de nuestra vida. De este modo nuestra atención se dirige principalmente a esta sintomatología, pudiendo descuidarse otros aspectos importantes de la vida de la persona.

 

  1. Pautas para el manejo del miedo con nosotros mismos y con seres queridos.

3.1. “¿Qué debería hacer para que no me afectase tanto?”

Respecto a las preocupaciones que puedas tener:

  • Te recomendamos que analices la realidad de tus pensamientos, si tu miedo al contagio está fundamentado y es acorde a un peligro real o si crees que puede ser irracional. Por ejemplo, si estoy en contacto con una persona, pero mantengo la distancia de seguridad recomendada, y protección como mascarilla, y esa persona no tiene síntomas ni ha estado en contacto, no hay porque tener miedo al contagio.

 

  • Ser conscientes, una vez identificado el pensamiento de miedo, de la importancia de relativizarlo, asumir que es solo un pensamiento, pero este no refleja la realidad.

 

A fin de manejar las sensaciones de nervosismo y tensión de tu cuerpo, te proponemos un par de ejercicios breves que pueden ayudarte a manejar está tensión.

  • Ejercicios de respiración abdominal: Inhala el aire dirigiéndolo a la zona de tu abdomen y suéltalo lentamente por la boca, como si estuvieses soplando a una vela que no puedes apagar. Mientras realizas este ejercicio, ve focalizando tu atención en el flujo de aire. Realiza alrededor de 2-3 respiraciones así y vuelve a respirar normal.

 

  • Ejercicios de relajación muscular: Realiza un recorrido mental sobre las diferentes partes del cuerpo, tales como brazos, cara, espalda y piernas, e identifica posibles tensiones musculares en ellas para poder soltar y aflojar.

 

Además, hay otros aspectos de tu día a día que te pueden ayudar, como:

Apoyarte en las personas de tu entorno. Además de la ayuda que recibirás, el hecho de hablar abiertamente del miedo ayuda a relativizarlo y a manejarlo.

Buscar información concreta y veraz. Esto puede ayudar a tener una visión más realista del riesgo.

Ser consciente de la información que recibes. Es fundamental que sea concreta y que provenga de fuentes fiables. Hay que ser conscientes de la realidad de las redes sociales, las cuales nos pueden aportar muchos beneficios, pero también son una fuente de acceso a noticias falsas que pueden incrementar nuestro miedo.

Evitar la sobreinformación. Pese a que es importante mantenerse informado sobre la realidad, si se realiza en mucha medida y se busca información constantemente, se promueve que nuestra atención se dirija hacia la enfermedad, aumentando así nuestro miedo.

Procurar que el tema del coronavirus no monopolice las conversaciones. Al igual que con la sobreinformación, es un modo de evitar que toda nuestra atención se canalice hacia un posible contagio y evitar que el miedo aumente.

Mantener horarios y rutinas. Esto favorecerá un orden en el día a día que impedirá que pensamientos de preocupación surjan constantemente.

Intenta mantener una buena dieta y rutina de sueño. Si bien es cierto que son dos aspectos que puede que se hayan descuidado, al igual que os horarios y rutinas son muy importantes. En caso de que quieras saber más sobre los problemas del sueño que se han ocasionado generalmente debido al confinamiento y cómo solucionaros, te dejamos un artículo con información sobre ello haciendo click aquí.

 

3.2. Soy población de riesgo.

En este caso, la percepción de riesgo es mayor, dado que el riesgo realmente es más elevado. Sin embargo, es importante encontrar un balance entre ser descuidado y alarmarse en exceso. Se puede prevenir el contagio siendo prudente peor sin necesidad de ser alarmista.

 

3.3. Veo que un ser querido no quiere salir de casa por miedo al contagio, ¿qué puedo hacer yo?

Es importante destacar la importancia de la percepción de riesgo en cada persona y entender que solo nosotros mismos vemos la situación desde nuestra perspectiva.

Desde aquí, es importante buscar acuerdos con esa persona e intentar no imponer nada. No han de vernos como al enemigo, sino como a una persona que intenta ayudarlos y que comprende lo difícil que tiene que ser para él. Y desde esta ayuda, promover que vaya acercándose a la normalidad poco a poco y sintiéndose seguro. Animando a la persona a que retome actividades que le cuesten pero que sea consciente que es por un miedo irracional y que no tienen por qué suponer un riesgo real.

 

  1. En conclusión

El miedo es una emoción normal y adaptativa atendiendo a la situación que estamos viviendo. Sin embargo, cuando este se vive con gran intensidad y malestar puede suponer un problema en sí mismo.

Ser conscientes de que el miedo puede ser irracional es el primer paso para intentar volver a la normalidad, manteniendo siempre las recomendaciones de los expertos respecto a prevenir un contagio, pero no llevando medidas excesivas y obsesionándonos.

 

Laura Baliña Cortiñas

Psicóloga Sanitaria Col.Nº: M-34670

 

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