No sé si habrás oído hablar de las técnicas proyectivas. Seguramente si no eres psicólogo no lo hayas hecho. Las técnicas proyectivas no son nada más que maneras distintas que utilizamos los psicólogos de conocer lo más profundo de cada ser humano. Su historia no contada.

Haciendo un dibujo, la narración de una película o, incluso, una composición de fotografías podemos averiguar mucha información de cada uno. Porque tú y solo tú harás el dibujo de esa forma. Narrarás la película atendiendo a los detalles que más recuerdas. Esos que probablemente tengan que ver más con tu propia vida de lo que imaginas. Y por supuesto, organizarás las fotografías de forma caótica u ordenada, escogiendo personas o paisajes y todo ello será tu forma única de ver el mundo.

Ya ves, estas técnicas, o mejor dicho, esta forma que tenemos de proyectar algo nuestro en el mundo es una manera de saber cómo estamos y quiénes somos.

Y por ello, la forma en la que organizamos y tratamos las cosas tiene que ver en la forma en la que se organiza y se trata nuestra propia mente.

Así que te propongo un ejercicio:

Mira tú habitación. Repasa cada uno de los objetos que tienes en ella. Pregúntate por qué están, que significan o qué dicen de ti. Mira la disposición de los muebles, si guardan una lógica o no. Observa los colores y las texturas. Muy estridentes o ásperas. Suaves o relajados.

Y una vez tengas analizado esto, cambia aquello que no te guste. Tira las cosas que ya no sirven. Cambia los muebles de lugar. Haz un cambio de color si te parece demasiado llamativo. Coge las pinturas del trastero y ponte manos a la obra. Ordena y organiza todo lo que quieras quedarte.

Y cuando termines, mírala de nuevo.
Porque esta nueva forma de relacionarse con tu lugar más íntimo en el mundo puede ser una nueva forma de relacionarte contigo mismo.

Y puedes aplicar todo contigo mismo también. Sé consciente de lo que habita y amuebla tu cabeza. Analízalo. Observa que dice de ti. Y después deshazte de aquellos pensamientos que no te gustan. Organiza tus ideas. Y quédate con lo que sí.

 

Miriam Olea Corral

Psicóloga