Hoy en día existe una creciente preocupación, especialmente por parte de padres, respecto al consumo de sustancias entre los adolescentes. Al mes, se calcula que las sustancias más consumidas en España por jóvenes son el alcohol (67%), el tabaco (27,3%) y el cannabis (18,3%), y, en menor medida, la cocaína (1%), siendo la edad de inicio de este consumo los 14 años aproximadamente.
Consecuencias del consumo de sustancias
Las consecuencias pueden darse a nivel psicológico, físico y social.
A nivel psicológico pueden aparecer síntomas de ansiedad o ataques de pánico, así como depresión o efectos relacionados con brotes psicóticos, como alucinaciones o ideas paranoides. Respecto a estos últimos efectos, puede llegar a desarrollarse un tipo de esquizofrenia por consumo de sustancias, y esto es especialmente relevante ya que es una enfermedad irreversible.
Entre otras de las consecuencias de este consumo se encuentran:
- Peores resultados académicos, debido a que se producen dificultades en la atención y la memoria.
- Accidentes de tráfico.
- Participar en peleas.
- Mantener relaciones sexuales de riesgo o arrepentirse de haberlas mantenido.
¿Por qué se consume?
Teniendo en cuenta la cantidad de información que existe respecto a estas consecuencias, llama la atención que se sigan consumiendo. Para comprender este consumo hay que tener en cuenta varios motivos.
En primer lugar, cabe hablar sobre dos términos: la “percepción de riesgo” y la “percepción de disponibilidad”. La “percepción de riesgo” hace referencia a la medida en la que las personas creemos que una conducta puede ser perjudicial o no. Mientras que la “percepción de disponibilidad” se refiere a la medida en que creemos que es fácil o difícil conseguir una sustancia. Como es de esperar, la percepción de riesgo es muy baja en sustancias normalizadas y aceptadas a nivel cultural, tales como el alcohol o el tabaco, creyendo los adolescentes que las consecuencias derivadas de su consumo apenas serán negativas. Por su parte, estas mismas sustancias se perciben como totalmente accesibles, ya que son de comercio legal.
Además de cómo puedan percibir los adolescentes el consumo, existen motivos que lo pueden propiciar:
- Para encajar en el grupo de amigos.
- Para desinhibirse en las relaciones sociales.
- Para lidiar con cambios en la vida, tales como mudanzas, nuevo instituto, la propia adolescencia o separaciones de los padres.
- Para aliviar el dolor y la ansiedad.
¿Cómo prevenir el consumo?
- Fomentar la comunicación con el adolescente y que éste se sienta apoyado y escuchado por parte de los padres.
- Establecer unas normas y unos límites dentro y fuera de casa. Es especialmente relevante respecto a las salidas nocturnas, de forma que cuantas más noches se salga y más tarde se vuelva, es más probable que se produzca consumo.
- Evitar una actitud permisiva hacia el consumo de sustancias, enfatizando sus consecuencias negativas.
- Tener en cuenta el grupo de amigos. Generalmente suele darse más consumo en los adolescentes que forman parte de un grupo en el cual está normalizado consumir.
- Control del dinero semanal. Generalmente, cuanto más dinero se da, más consumo se da.
- Fomentar actividades deportivas u otro tipo de actividades lúdicas saludables o al aire libre. Especialmente importante las actividades grupales.
¿Cómo puedo saber que mi hijo consume?
Generalmente cuando se consume se dan ciertos cambios en el comportamiento, tales como:
- Pérdida de motivación.
- Agresividad, falta de respeto.
- Le cuesta dormir, comer, etc.
- Se producen cambios de humor.
- Cambio de grupo de amigos.
- Aumento de mentiras. Son mentiras que generalmente se asocian a sus salidas, al gasto de dinero o a sus compañías.
- Tiene mucho dinero y no explica de dónde procede.
- Faltan objetos en casa.
Es también importante tener en cuenta que estas pueden ser conductas típicas de la adolescencia y no estar necesariamente relacionadas con el consumo. En el caso de que exista alarma por parte de los padres es recomendable prestar más atención e intentar hablar más con él o con ella.
Otros indicadores a nivel físico:
- Pérdida de peso o pérdida de apetito
- Aumento de apetito en el consumo de cannabis
- Hipertensión
- Ojos rojos
- Irritación nasal
- Ronquera
- Tos crónica
- Dolor en el pecho
- Lesiones
- Pronunciación lenta o mala en el caso de utilizar tranquilizantes y depresivos
- Lenguaje rápido en el caso de utilizar estimulantes
- Pupilas muy dilatadas
¿Cómo hablar con mi hijo sobre drogas?
Teniendo en cuenta estos indicadores, y en caso de que existan sospechas, es muy recomendable hablar sobre ello con el adolescente. Las conversaciones sobre drogas pueden no resultar fáciles para padres e hijos, por eso existen ciertas recomendaciones para hablar sobre estos temas:
- Procurar que no sea “la gran conversación”. Es preferible hablar sobre estos temas cuando surja, por ejemplo, a raíz de una noticia o de una película.
- No dar sermones. Es mejor preguntar de forma abierta la opinión que tiene el adolescente sobre el consumo de drogas y las consecuencias que puede tener, de esta manera se puede saber de qué punto de conocimiento parte y dar pie a añadir información.
- Escuchar al adolescente. Permitir que hable sin interrumpirlo.
- Preocuparse por otros aspectos de su vida y hablarlos diariamente. Si la comunicación es habitual sobre diferentes áreas, no será tan incómodo hablar sobre temas que tienden a percibirse como más delicados, como es el caso de las drogas o el sexo.
Además de esta comunicación, siempre puede haber cabida para consultar con el médico o con un especialista sobre las sospechas de un consumo de riesgo, teniendo presente que una intervención precoz disminuye las probabilidades de que se desencadenen consecuencias a nivel psicológico, físico y social.
Bibliografía
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Plan Nacional sobre Drogas. Encuesta estatal sobre uso de drogas en estudiantes de secundaria (ESTUDES). Madrid: Ministerio de Sanidad y Políticas Sociales, 2018
Laura Baliña Cortiñas
Número de colegiada: M-34670
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